Escribo estas líneas justo después de regresar del último mercado audiovisual en la Riviera Francesa. Una de esas ferias internacionales que asumíamos de –casi– inexcusable asistencia. Bueno, siempre lo habíamos pensado… hasta ahora.
La maldita pandemia rompió las resistencias a los encuentros virtuales. Y ahora, como suele pasar con la ley del péndulo, parece que se ha instaurado la idea de que las reuniones físicas ya no hacen falta.
En este último MIPTV, primer mercado sin mascarillas, los asistentes nos hemos saludado, abrazado o encajado las manos tanto como hemos podido. Hemos reído, hemos intercambiado sensaciones y hemos compartido comidas. Quienes hemos ido (no tantos como antes, es cierto) nos hemos reencontrado, de verdad.
Establecer relaciones internacionales de media y larga duración, como las que implica el desarrollo de los productos audiovisuales, demanda de una base sólida de confianza y complicidad. Estas variables tienen que ver en gran medida con el factor humano. Y este es muy epidérmico, necesita el contacto vivo y el conocimiento real e interpersonal.
Ideamos, creamos y desarrollamos juntos. Necesitamos sentirnos en familia para producir de manera óptima, genuina.
Hoy, más que nunca, los productos audiovisuales viajan por todas partes independientemente de su origen, en gran parte gracias al fenómeno de las plataformas VOD (video on demand).
Por tanto, ahora más que nunca necesitamos encontrarnos de vez en cuando para establecer bases sólidas de confianza. Confianza entre profesionales quizás distantes en el espacio y culturas originales, pero próximos en sus ideas y objetivos.
Los acuerdos internacionales enriquecen sin duda nuestros contenidos y los hacen competitivos y viajeros. Pero implican retos, puesto que complican los procesos y las vías de entendimiento.
Hemos descubierto, en toda su extensión, la maravilla de las videoconferencias para ir más allá del frío e-mail o de una misteriosa llamada telefónica.
Pero, amigos, cualquier malentendido se resuelve más fácilmente con un encuentro… y un aperitivo. Cualquier idea fluye y crece virtuosa entre individuos que se conocen y confían entre ellos.
¡Encontradnos de nuevo!