En los últimos años ha habido distintas convocatorias de ayudas Selectivas y Generales. Nunca hemos sabido las bases con suficiente antelación, siempre se ha improvisado, siempre ha habido sorpresas negativas y la mayoría de nuestras aportaciones colectivas no han sido recogidas. Las bases nos han transformado en contadores de puntos, peleándonos como gatos por los pocos en los que teníamos margen de maniobra, mientras tolerábamos el abuso del blindaje que la norma otorga a los más fuertes a través de la insalvable solvencia de las empresas productoras.
Se ha dado prioridad política a la urgente e innegociable discriminación positiva de la mujer en los cargos de dirección y capitanía de equipo, pero sin pensar que era necesario acompañarla de una memoria económica para ayudar a implementarla tan eficaz como rápidamente, situando a los productores en dilemas éticos que no tenemos por qué asumir.
Actualmente se están modificando la Ley de Propiedad Intelectual, la Ley General de Comunicación Audiovisual y, por último, la Ley del Cine y la Cultura Audiovisual, las tres grandes leyes que dan forma a nuestro sector. Se están redactando sin contar realmente con nosotros, con el único objetivo de hacer encajar el gran capital foráneo y aprovechar los fondos de la UE. Estas reformas traspasan muchas líneas rojas, destacando las de la consideración de productor independiente y la retención del IP en manos de este. Los productores independientes trabajamos sin tener iniciativa creativa y perderemos la propiedad de las obras futuras.
La presencia y defensa cultural de las lenguas catalana, gallega y vasca en todo este guirigay ha sido nula.
Como sector en caída libre y en una crisis e inestabilidad insólitamente perpetuas, necesitamos tener al frente a profesionales con una sólida experiencia en administración pública y economía, y objetivos claros a corto, medio y largo plazo. Remando siempre a nuestro favor y con autoridad para hacerlo a contracorriente de los demás, si hace falta, que hace falta.
Es por todo ello que creo honestamente que la actual directora general del ICAA ha demostrado que no es la persona adecuada para liderarlo. No me siento ni escuchado, ni apoyado, ni defendido, ni entendido. Creo que pocos de nosotros se podrán sentir así. Han pasado cuatro años y solo somos cuatro años más viejos.